La figura de San Isidro se ha propagado a través de la cultura popular en diversas localidades del mundo.
El poeta madrileño Lope de Vega es uno de los primeros en describir la vida de San Isidro en verso, en 1599. Poema escrito en quintillas a lo largo de diez cantos, con diez mil versos, son los fragmentos en que el poeta se acerca al universo rural en que se mueve el santo.
Este poema biográfico se halla sólidamente documentado: leyó todo lo escrito anteriormente sobre el santo y tuvo acceso a los documentos de la causa de beatificación recogidos por el padre Domingo de Mendoza, comisario pontificio para la beatificación de Isidro.
Son numerosos los escritores que han tratado sobre la vida del santo madrileño. Entre ellos, Alonso de Villegas, Jaime Bleda, Gregorio Argaiz, Nicolás José de la Cruz y otros.
El Padre Fidel Fita publicó la traducción al castellano del Códice de Juan Diácono, en el siglo XIX. Ya en el siglo XX los doctores, Consiliarios de la Real Congregación de San Isidro, Tomás Puñal Fernández y José María Sánchez Molledo han tratado sobre su figura en San Isidro de Madrid, un trabajador universal.