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Milagro de los Bueyes

Sin duda es el más conocido y presenta al santo como un hombre de oración y de trabajo, recordándonos el ora et labora benedictino.

Isidro se levantaba temprano y nunca empezaba a trabajar sin previamente dedicar un tiempo a la oración y pasar por la Iglesia, para asistir a la Eucaristía, por eso varios compañeros, con envidia, le acusan ante el patrón Iván de Vargas, de ser negligente y descuidado en las tareas agrícolas, diciendo que siempre llegaba tarde a su trabajo. Tanta era la insistencia que el patrón quiso verificarlo, acercándose a las tierras de labor que le correspondían a Isidro y estando oculto, observó con sorpresa que los bueyes estaban arando guiados por unos jóvenes desconocidos que bien parecían ángeles. De tal modo cuando Isidro comenzaba el trabajo, no llevaba retraso frente al resto. El patrón supo interpretar lo que veía, como un milagro del cielo que premiaba la espiritualidad y santidad de Isidro. No es que Isidro no trabajara, que lo hacía duro y bien, sino que el Señor no dejaba de ayudarle y protegerle.

Tras presenciar el milagro nombró a Isidro administrador de su hacienda.