En cierta ocasión, tras haber sido llamado Isidro después de fallecer la hija de Iván de Vargas, su patrón, al igual que hizo Jesús con su amigo Lázaro, indicó que la niña no estaba muerta sino dormida y tras orar junto a su cama, y ante el asombro sobrecogedor de todos los presentes, María, que además era ahijada suya, volvió a la vida, entablando una conversación con su padrino.
Este hecho, junto al milagro del pozo, hizo revolucionar a la vecindad de aquel Madrid, que no dejaba de reconocer lo extraordinario y la santidad del matrimonio y familia que formaban sus paisanos María e Isidro.